Había
una vez una pequeña albóndiga hija del señor y señora albóndiga,
su familia era bastante feliz, el padre se iba a trabajar todos los
días desde bien temprano y la madre hacia las labores del hogar.
Después de unas largas vacaciones de verano, la pequeña albóndiga
volvió a clases.
El
primer día de clases la pequeña albóndiga no quería ir a clase
como suele ser de costumbre, así que su madre se despidió de el y
le dio muchos ánimos,
allí
se encontró con dos de sus mejores amigos, los cuales eran:
platanito y sandía.
Platanito
era largo y estirado y además de color amarillo, por el contrario,
sandia era un poco mas alto que la pequeña albóndiga, ancho y gordo
y con un tono de color verde maravilloso. Después de reencontrarse
con sus amigos, la profesora fresa les llamo para que entraran a
clase, durante todo el día se dedicaron a conocerse entre todos y a
jugar con la plastilina, así
hasta la 1:30 que fue
cuando su madre fue a recogerlo.
Al
llegar a casa la pequeña albóndiga le contó a su madre las
experiencias que había vivido durante su primer día, su madre toda
emocionada sonrió, después de tanta cháchara se dieron cuenta de
que ya se habían echo las 7:00 de la noche, lo cual significaba que
ya era hora de empezar a hacer la cena e irse a dormir, y al cabo de
un rato llegó su padre, el cual venia cansado de trabajar como solía
ser de costumbre pero a pesar de eso el fue a la habitación de su
hijo, el cual ya se encontraba dormido y este le dio su beso de
buenas noches como solía ser de costumbre y luego el se fue a dormir
junto a su querida esposa.
A
la mañana siguiente dio lugar la misma rutina del día anterior pero
ese día a la hora de la salida de clase lo volvió
a recoger su madre pero al llegar a casa la madre no aguanto mas y
esta rompió
a llorar, la pequeña albóndiga
toda preocupada le
preguntaba asi madre que que había pasado
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